La noche se tuerce,
un impulso temprano
ha cedido. Equidistante,
de lunas y mañanas.
Mañana,
mañana fulgente
mañana de ámbar
mañana princesa.
Tan ágil y distinta,
tan indiscreta y aterciopelada,
que de rayos alados
dimanan sílabas en negrita.
La noche,
como yedras trepa
por lejanas pulpas
de un cuerpo diurno.
Cambiará sus palpitaciones, noctívagas,
por semicorcheas de estío.
Lanzará chiribitas,
clamorosas y eternas.
Y tras el manto ardiente
de su gesto espumoso
ensanchará las horas
con su beso dorado.
Y ya más no dirán
<< todo termina>>
Entonces soñarán
como sueña la noche
en su necrosis nocturna
al acecho de un eclipse.
David Tecles Rico